El gran campeón de box, Carlos Monzón, es retratado como un héroe de tragedia griega. Un muchacho humilde
que busca amor y respeto pero, para lograrlo, se empecina en conductas que lo llevan a destruir eso que
persigue: el personaje del ̈Macho Latino ̈ se devora a un Carlos que vive su masculinidad como violencia. Una
violencia tan efectiva para vencer en el ring como para destruir todo lo que ama.
Se ha contado la historia de sus méritos deportivos; también la historia del femicida. Pero siempre por separado: la Argentina se caracteriza por tener una relación contradictoria con sus ídolos.
Carlos crece en un entorno de pobreza extrema. Pasa horas en el monte matando animales para comer y andando a caballo. Él mismo dice que aprendió a ser hombre ya de niño, observando a los animales. Las horas en el monte son también las de jugar a los westerns y ser el bandido que escapa al galope de la policía con unbotín de fruta o gallinas, o protagonizar episodios de justicia por mano propia. Acaso su idea de ser hombre también se forja al calor de esos relatos.
Ya instalado con su familia en los arrabales de Santa Fe, Carlos sigue obsesionado con hacerse respetar y, en cada situación en la que se siente vulnerado, reacciona a las trompadas. Se pelea en la escuela, que finalmente deja. En la calle y en la noche, que cada vez frecuenta más. Y en los trabajos, siempre duros y mal pagos.
Carlos encuentra el boxeo y, aparentemente, un camino a todo lo que soñó. Entrena con mucha disciplina y el director deportivo lo dota de una estrategia adecuada: el contragolpe. Un muchacho desconfiado, resentido y con problemas de desnutrición, se convierte en uno de los mejores boxeadores de la historia. Un deportista notable, que compensa su delgadez con estrategia, disciplina, y una mentalidad basada en la idea de que su oponente “le quiere sacar la comida a sus hijos”. Carlos Monzón no sube al ring a pelear con sus oponentes, sino a destruirlos.
En paralelo conoce el amor naturalizando la violencia y los celos. Con la fama y el éxito que le otorga el deporte pero también el mundo del cine y el espectáculo, todos estos problemas se agudizan. Carlos lucha por el reconocimiento de la prensa y la opinión pública y sufre al no conseguirlo del todo. Critican su vida personal, pero no por su violencia con las mujeres, sino por su altanería siendo de origen tan humilde; y también por su estilo de boxeo, efectivo pero poco vistoso.
Carlos alimenta su resentimiento y se cobra revancha cada vez que puede, enceguecido. Desde Europa y con la participación determinante de Alain Delon redondea un personaje que legitima sus maneras destructivas y siente que así gana la partida. Nada más lejos.
Mauricio Minotti. Santafecino, fotógrafo profesional y egresado como director de montaje de la ENERC. Como editor y camarógrafo trabajó con el director Fernando Pino Solanas en Argentina Latente, La Tierra Sublevada, Oro Negro (2011); Oro impuro.(2009); La Próxima Estación (2008). También trabajó junto al director Eduardo Mignona en el documental Programa Nacional de Alfabetización para canal Encuentro; con Fernando Spiner en Reflexiones de una vaca, y Los Pioneros.En su rol de director realizó desde el 2010 para Canal Encuentro: “Historias de Santa Fe” y luego desde el 2011 realizó y dirigió “Escenas de la historia de un país (Temporada I y II); “Rebelión en los llanos”; “Pioneros”; “La era de los caciques”; “Güemes”; : Testigo de una época. Biografías.
Género: Docufiction
Duración: 90 min
Países en lo que se filma: Argentina – Italy – France
Basado en una investigación Periodística de Julio Cantero.
Mauricio Minotti: director
Pío Longo: guionista y productor
María Eugenia Ferrer: productora general
Premio desarrollo Polo Audiovisual Córdoba 2018
Premio INCUBADORA DOCUMENTAL 2018.
mauricio@tresmarescine.com